MEN IN BLACK.- Antes de que pudiera reaccionar, un haz de luz descendió sobre mí, y en un parpadeo me encontré en un lugar desconocido.

Por el metal bajo mis pies y el eco de mis pasos cada que caminaba me decían que estaba en una especie de nave. 

A mi alrededor había como muros  curvos, con pantallas que mostraban símbolos y colores que jamas había visto. Me costaba trabajo poner la vista en ellos, era como si mi cabeza no pudiera procesar lo que veían mis ojos.

Cuando camine mas yo creí que habían trajes y máscaras de aliens colgando de esas paredes. Eran trajes altos, muy delgados y de una piel, que a primera vista parecía humana.

Tenían como un brillo extraño, como si fueran falsos, pensé que era como una imitación mal hecha de lo que debería ser lo humano. Lo Pensé  pero a medida que me acercaba, la realidad se volvía más perturbadora.

Entonces cuando llegue al centro de la bóveda, lo vi.

Era Un extraterrestre  diferente a los demás, estaba de pie en el centro.  


Su presencia era imponente, y algo en él emitía una energía que me hacía sentir diminuto e insignificante.

Pero lo más aterrador fue lo que descubrí en ese momento:
los que había visto en las paredes no eran trajes, eran seres vivos, inclinando sus cabezas en sumisión, en un gesto de reverencia hacia el ser que estaba ante mí.

Sus ojos largos y negros sin párpados, permanecían fijos en el piso de la nave, mientras una tenue luz pulsaba desde sus cuerpos, reflejándose todo en las superficies metálicas de la nave. 

El extraterrestre que estaba al centro giró su cabeza lentamente hacia mí. Su mirada, profunda y fría, me atravesó. 

No hizo falta que hablara; su mensaje resonó directamente en mi mente. Me sentí invadido, expuesto, como si todos mis pensamientos estuvieran al descubierto.

"Bienvenido," me dijo sin mover sus labios, con una voz metalica que resonaba en mi interior, como un eco lejano.

"Eres el primero de tu especie en ser recibido aquí, en esta bóveda."
Para entonces mi cuerpo temblaba, y mi mente luchaba por no perder la cordura. 

De pronto los colores de las pantallas a mi alrededor comenzaron a girar y cambiar, mostrándome imágenes de lugares y seres que nunca había visto. 

Eran paisajes de mundos lejanos, criaturas que desafiaban la lógica y habia como tecnologías que hacían que todo lo conocido por mi pareciera antiguo y primitivo.

No pude hacer otra cosa que inclinarme, imitando a los seres que rodeaban al extraterrestre. En ese momento, comprendí que estaba ante algo mucho más grande de lo que podía comprender. 

Había sido llevado a un lugar donde la realidad  imposible era tan cotidiana como respirar.

Y entonces, todo se desvaneció. El frío metal, las luces extrañas, los seres que se inclinaban en reverencia.

Desperté en el mismo lugar donde estaba y no me importo porque yo sabía que algo había cambiado en mí para siempre. 

Había estado en presencia de seres que no pertenecían a este mundo, y aunque había regresado a la vida diaria, una parte de mí permanecía con ellos, en esa bóveda llena de misterios que creo jamás podré olvidar.