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Biohacking, el primer paso hacia el transhumanismo

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MEN IN BLACK .- Desde sus orígenes, la Humanidad persigue la inmortalidad y la eterna juventud. El biohacking busca mejorar nuestra condición humana con implantes cibernéticos.

En la portada de un popular foro de grinders, nombre con el que se conoce a los biohackers más radicales, sobre el fondo de una mano cibernética recibiendo la vida a través del Dios de Miguel Ángel en su famoso fresco de la Capilla Sixtina, reza este lema:

Tu mente es software – prográmala

Tu cuerpo es una carcasa – cámbialo

La muerte es una enfermedad – cúrala

Define a la perfección la filosofía del biohacking, que busca superar nuestra condición de seres humanos con ayuda de la tecnología para alcanzar la inmortalidad, y con ello la felicidad eterna.

Los humanos llevamos miles de años evolucionando, pero no nos podemos considerar una especie perfecta. Millones de personas pasan hambre, sufren enfermedades, injusticias y otras carencias. 

En el ciclo del Universo tenemos una vida corta que apenas llega a los 100 años, y sólo 30 o 40 de esos años pueden considerarse juventud plena. Muchas personas tienen un trabajo que odian porque su inteligencia o su físico no dan más de sí.

Es la esencia de la condición humana, sobre la que se sustentan las clases sociales, las ideas políticas y las religiones. Una condición humana de la que renegamos: el Elixir de la Vida, el Santo Grial, la Fuente de la Eterna Juventud, Frankenstein… Mitos y leyendas que buscan ir más allá de los límites de la Naturaleza. Hoy en día pueden convertirse en realidad con ayuda del biohacking.

Biohacking, el primer paso hacia el transhumanismo

La Humanidad, desde el principio de los tiempos, ha perseguido la inmortalidad y la juventud eterna. Por primera vez en la historia de nuestra especie podemos atisbar un futuro en el que habremos vencido a todas las enfermedades, al envejecimiento e incluso a la muerte, con ayuda de la tecnología. Entonces dejaremos de ser humanos para convertirnos en transhumanos. 

Un primer paso hacia el posthumanismo, en donde la Humanidad podría prescindir de su propio cuerpo y vivir eternamente como datos en una red neurológica, o desprendernos por completo de nuestra condición de seres vivos, gracias a la Inteligencia Artificial.


El transhumanismo se forjó en los años 60 del pasado siglo, influenciado por el nacimiento de los ordenadores y las primeras obras de ciencia-ficción cibernética. El filósofo Fereidoun M. Esfandiary, conocido con el nombre de FM-2030, fijó sus primeras bases. 

En los años 90 otro filósofo, Max More, organizó un grupo de debate en California que dió lugar a la Asociación Transhumanista Mundial, que hoy en día se conoce con el nombre de Humanity+. Ya tiene más de 6.000 miembros registrados. Puedes acceder a una variante en español en Asociación Transhumanística.

Cada vez más filósofos, biólogos, y librepensadores defienden el transhumanismo como una realidad viable. Y el primer paso para conseguirlo es el biohacking.

¿Perversión o evolución?
El biohacking, también conocido con el nombre de Biología DIY (hazlo tu mismo) o DIYbio, tiene como objetivo mejorar nuestra condición humana poniendo al alcance de todo el mundo la nanotecnología, ingeniería genética, e implantes tecnológicos: chips, sensores, máquinas y otros mecanismos que nos permitan superar los límites físicos e intelectuales.

Condicionados por el cine o la literatura, nos vienen a la mente desde cyborgs como Robocop a muertos vivientes renacidos en el laboratorio de Frankenstein. ¿Queremos convertirnos en eso? La realidad es que hoy en día implantes tecnológicos que hace un siglo habrían parecido una aberración, como unos pechos de silicona o una cadera de titanio, son bastante comunes. 

El Reino Unido incluso ha reconocido oficialmente a Neil Harbisson como el primer cyborg de la historia, al considerar que la antena que tiene implantada en la cabeza para distinguir los colores a través del sonido (ve en blanco y negro) forma parte de su cuerpo y no debe quitársela cuando pasa un control de aduana:

Es importante distinguir entre la medicina tradicional y el biohacking o la Biología DIY, que defienden el concepto de “hágalo usted mismo“. Desarrollar implantes, chips, medicinas, alteraciones de ADN y otros mecanismos que tu mismo puedes implantarte en tu propio cuerpo para superar una limitación física o intelectual.  

El biohacking ético defiende estas prácticas siempre que no pongan en peligro nuestra salud, como puede ser el uso de chips bajo la piel para identificarnos o para medir nuestros niveles de glucosa.

En páginas como Hackteria los biohackers se construyen su propio laboratorio biológico casero con instrucciones paso a paso para montar tu propio microscopio, incubadora o centrifugadora:

Pero como en toda corriente filosófica también hay extremistas. Se les conoce con el nombre de grinders, y no tienen problemas para poner en peligro su propia vida, con el objetivo de implantarse un mecanismo tecnologíco que mejore sus capacidades, sin esperar a posibles permisos médicos. 

Rich Lee, un conocido biohacker, se implantó unos imanes transmisores en el interior de los oídos con el objetivo de emular la capacidad de los murciélagos para ver en la oscuridad. Lee es el inventor del Lovetron 9000, un pequeño motor que se implanta quirúrjicamente debajo del hueso púbico de un hombre, provocando un efecto vibratorio durante la erección que supuestamente produce mayor placer durante el acto sexual.

Biohacking: implantes sexuales

El 9% de las personas tendría sexo con un robot
El biohacking sexual tiene una gran demanda, pero su práctica crea polémica incluso entre los transhumanistas. Cory Toby, biólogo diplomado y miembro de la comunidad de biohackers de Los Ángeles, lo tiene muy claro: 

“Aquellos que llevan a cabo biohacking sexual pertenecen a dos categorías: implantes que no producen mucha mejora sobre lo establecido actualmente, o tonterías descabelladas de gente que no tiene ni idea de biología, o de ciencia“.

El biohacking como ciencia
El transhumanismo no sólo provoca conflictos éticos a la ciencia. ¡Imagina lo que supone para las religiones! Durante siglos la religión ha ido asimilando las certezas científicas con más o menos tranquilidad. 

La mayoría de los teólogos aceptan que la Tierra tiene millones de años y que el Hombre no proviene de Adán y Eva. Pero el transhumanismo y el posthumanismo defienden que en un futuro podremos prescindir de nuestro cuerpo y sustituirlo por chips, sensores, e implantes, e incluso descargar nuestra mente en una red de datos. Si algún día eso se convierte en realidad… ¿dónde queda el concepto de alma? ¿Y el de libre albedrío y destino, pilares de casi todas las religiones?

El transhumanismo es un concepto transgresor, pero no quiere pelearse ni con la religión ni con la ciencia. En los estatutos de la organización Humanity+ la primera norma que se autoimponen es “el uso ético de la tecnología”. No hacen nada que no sea seguro o ético.

El biohacking es una forma de poner en práctica el transhumanismo. Y como ocurre con los hackers informáticos, hay biohackers que siguen unas normas éticas, y otros que no lo hacen.

¿Se puede definir a un biohacker? El concepto es similar al del hacker informático, pero aplicado a la biología. Un biohacker defiende que la tecnología aplicada a la curación y mejora del ser humano debe estar disponible para todo el mundo, no sólo para los científicos o las empresas farmacéuticas. 

Y la forma de conseguirlo es mediante el DIY o la medicina doméstica: la biología aplicada en casa por personas que no tienen por qué ser científicos. Es lo que se conoce con el nombre de ciencia ciudadana.

El movimiento nació alrededor del año 2005 gracias al abaratamiento de los instrumentos médicos y la tecnología, y la capacidad de intercambiar información que proporciona Internet.

Sólo en Estados Unidos existen más de 21 laboratorios de biohacking registrados y dirigidos por científicos diplomados que trabajan en laboratorios convencionales. Están vigilados por el FBI, acostumbran a participar en conferencias de medicina convencional y tienen una función didáctica e investigadora. 

Aqui se llevan a cabo experimentos caseros que van desde la creación de plantas que brillan en la oscuridad al estudio de microorganismos no patógenos o el análisis del ADN extraído del corazón de una vaca. Es el caso de la organización DIY Bio, que lleva a cabo eventos en todo el mundo, de HiveBio, BioHackersNYC o TheLAB, que tiene fines educativos:

Este tipo de instituciones se financia con donaciones y a través de las cuotas de sus socios, que a cambio reciben clases o pueden utilizar los laboratorios para sus propios fines.

También existen grupos amateurs de biohacking que se reunen los fines de semana en domicilios particulares para realizar sus propios experimentos.

En 2011 los principales laboratorios DIY firmaron un documento en donde se comprometen a seguir las normas de seguridad, a no experimentar con organismos patógenos, y a usar la biología DIY con fines pacíficos.

Frente a lo que podemos llamar biohacking amateur (aunque lo lleven a cabo científicos profesionales), existe también el biohacking profesional. Empresas que se dedican a poner al alcance de todo el mundo software, instrumentos y materiales para practicar el biohacking, de una forma segura y legal. O de patrocinar iniciativas DIY prometedoras. 

Es el caso de Qb3 o BioCURIOUS, con proyectos como un microcopio y una impresora 3D DIY, o experimentos para descubrir nuevas formas de alimentarnos.

Grinders: biohacking extremo
El el otro extremo del biohacking están los grinders. Personas que no dudan en mutilarse o realizar cirugías caseras para implantarse sensores, chips, imanes o LEDs debajo de la piel.

Los grinders llevan a cabo arriesgadas operaciones con las que consiguen mejoras como visión nocturna, comunicación a través de bluetooth, lengua bífida, identificación mediante un chip, etc. 

En la mayoría de los casos estos implantes se llevan a cabo bajo la piel, así que no suponen excesivo riesgo, salvo el de una infección. Pero en otros se trata de verdaderos implantes quirúrgicos. Echa un vistazo a esta galería de implantes de biohackers para que te hagas una idea de lo que pueden conseguir.

Se suelen reunir en redes sociales y foros como biohack.me en donde ponen en común sus experimentos y se exploran ideas y formas de llevar a cabo nuevas formas de biohacking. Incluso existen tiendas online como Dangerous Things que venden el material para llevar a cabo los implantes. 

Aquí puedes comprar imanes para colocar debajo de la piel por 49 dólares o chips asépticos con conexión NFC por 39 dólares. Muchas personas se los ponen en las manos.

La mayoría de los transhumanistas y los biohackers se desvinculan de los grinders al considerar que llevan a cabo prácticas que ponen en riesgo la salud. 

Los grinders están más cerca del posthumanismo, que busca dejar atrás el cuerpo y la muerte para convertirnos en datos que pueden almacenarse en redes informáticas sin perder la conciencia humana, alcanzando así la inmortalidad. A día de hoy una utopía pero dentro de cien años… ¿quién sabe?

Los primeros hackers eran vistos como delincuentes antisistema que llevaban a cabo actos vandálicos, hasta que descubrimos que también hay hackers éticos que diseñan antivirus y sistemas de protección de datos. 

Muchos grinders se ven a sí mismos como un retorno a las primeras épocas de la Medicina. Cuando los doctores eran simples aficionados que se automedicaban o llevaban a cabo cirugias y experimentos en su propio cuerpo para probar nuevos tratamientos.

Es, en cierto modo, como cerrar el círculo: una vuelta al pasado para avanzar hacia el futuro. Un futuro que quizá nos lleve a la pérdida de nuestra Humanidad, tal como la conocemos. ¿Estamos preparados para ello?

[Fuente de algunos datos: Wikipedia]


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