MEN IN BLACK.- La historia que estoy a punto de contarles es real y al mismo tiempo terrorifica.

Sucedió una fría mañana de abril en una ciudad cuyo nombre prefiero no revelar. 

Siempre duermo junto a un gran ventanal que da a un amplio patio lleno de árboles. 

Estos árboles ofrecen una sombra reconfortante por las tardes, y el canto de los pájaros es como una melodía diaria que conozco muy bien. 

Por eso sé exactamente a qué horas despiertan y cuándo llaman a sus crías a dormir; tengo esos sonidos profundamente grabados en mi mente.

Hace unos días, sin embargo, algo extraño empezó a ocurrir.

En mis sueños, una voz me susurraba el nombre de un demonio. Sí, así como lo oyen. 

Una persona me entregaba un papel con el nombre del demonio y me pedía que lo dijera en voz alta, asegurándome que no era el 666. 

Insistía en que la gente debía saberlo.

Mientras seguía soñando, recuerdo que giré mi mirada hacia la ventana y, para mi sorpresa, pude ver en el árbol a la persona que me estaba hablando. 

Pero no era una persona. Era un pájaro. 

Un pájaro extraño y muy diferente a los que siempre veía a través de mi ventana. 

Su canto era siniestro y su figura me provocaba un escalofrío que recorría mi espalda.

Lo más inquietante de todo es que en el sueño yo estaba presente como si fuese otro yo, una especie de avatar que podía observarse asimismo soñando. 

Veía cada detalle de mis propias escenas en mi propio cuarto, como un testigo que veía cómo mi otro yo miraba por la ventana. 

De repente, desperté abruptamente y, para mi sorpresa, alcancé a ver al pájaro de mi increíble sueño alzar el vuelo.

Asombrado yo no podía creer que era el mismo pájaro que había visto en mi sueño. 

Recordé que cuando lo escuchaba, podía interpretar cada palabra de su canto, si es que así puede decirse. 

Me levanté de un salto y me acerqué a la ventana para verlo mejor. Lo vi elevarse como una flecha, pero subiendo hacia el cielo como si ya no fuera un pájaro.

Pasada esa extraordinaria experiencia, me pregunto si será posible que los demonios desciendan a la Tierra en forma de pájaros para luego regresar a las alturas, o donde quiera que estén. 

Lo más singular es que no tengo imágenes ni dedicación a ninguna religión satánica o algo por el estilo, lo cual me hace pensar aún más en lo que me sucedió.

¿Podría entonces entender lo que cantan algunos pájaros? 

Lo que escuché era como un lenguaje, y tal vez ese pájaro voló sorprendido de que lo había descubierto ahí frente a mi ventana. 

He llegado a la inquietante conclusión de que algunas personas pueden ser inducidas al crimen, al suicidio, o a actos malvados a través del canto de un pájaro.

Ese sueño ya no me causa tanta inquietud y aún me gustan los pájaros, pero esa experiencia fue un incidente que nunca olvidaré.