MEN IN BLACK    .-     Un duende enjaulado, y luego liberado, revela la existencia de dos barrios sanjuaninos, Chimbas y Pocito. La foto del duende, tomada con un teléfono móvil, recorrió el mundo.
Ariel Fernández tiene 33 años y vive en el Lote Hogar 38, en Chimbas, población al norte de la ciudad de San Juan. No fue allí sino en los fondos del cementerio de Pocito, un departamento agrícola al sur de la capital cuyana, donde asegura haber capturado un duende verde y gruñón, al que mantuvo dentro de una pajarera durante casi dos semanas. Durante ese lapso, Ariel cobró entre 5 y 50 pesos la mirada. Pero como tenía los ojos rojos y parecía triste o enojado, regresó con él a Pocito, y lo soltó allí.
Mapa de Pocito, al sur de San Juan. Al norte está Chimbas.
Unos vecinos aseguran haber visto sus orejas puntiagudas. Que en cada manito tenía cuatro dedos y su cara, surcada de arrugas. Para desmentir el contrarrumor -según el cual se trata de un muñeco de peluche o de algún otro material sintético- han jurado que el duende caminaba de costado. Tal parece ser el andar de duende. Apenas lo liberó, el miércoles pasado, Ariel se arrepintió: trascendió que “gente de la Universidad” se había interesado en comprarlo. Las últimas noticias aseguran que Ariel está muy ocupado tratando de recuperarlo.
El Diario de Cuyo llegó a publicar un identikit.INTERÉS UNIVERSITARIO. Luis Víctor Paredes, periodista de Radio Nacional de San Juan, estuvo en Chimbas. Dice que le costó llegar al barrio. Permanecer también. “Te lo voy a decir delicadamente”, le explicó a su colega Alejandro Rial, de Canal 26: “en esas villas hay altos índices de inseguridad”. Paredes no vio al duende ni pudo hablar con Ariel. Pero su hermana Vanesa le confirmó los detalles. El periodista cuyano le comentó a Rial que la chica reaccionó enojada porque “veía la duda en nuestros rostros”. Fue entonces cuando Vanesa le confió: “Miren, señores: si ustedes quieren creer, crean, pero aquí ha venido gente de la Universidad Nacional de San Juan. Unos señores muy elegantes que vinieron en auto, y aquí nunca ha venido gente así. Estuvieron con nosotros, lo vieron y se lo querían llevar para estudiarlo. Ofrecieron dinero y no se lo quisimos dar. Han quedado en volver para hablar con nosotros” (aquí, el audio de la entrevista).
DUENDE SIN PUDOR. Paredes, el periodista sanjuanino, duda. Dice que en Chimbas lo vio todo el mundo “pero nadie quiere dar testimonio”. Pese a lo cual se pregunta: “¿Cómo se van a poner de acuerdo todos los vecinos para mentir?”. Le sorprendió, por ejemplo, la credibilidad que otorgan al duende algunos vecinos. Y cita el caso de una mujer. “Cuando le empecé a preguntar por el duende se puso a llorar. ‘No quiero ver nunca más eso. No puedo dormir. Mi vida cambió después de eso’”. También le hablaron de la llegada de un policía en horas de la noche. “¡Se llevan eso de aquí de inmediato porque no quiero despelotes!”, habría dicho. Paredes recorrió todas las comisarías. Pero no logró ubicar al agente. “Sería la palabra autorizada, es un funcionario publico”, agregó. “Era un ser muy feo, que usaba ropita pequeña, rotosa y vieja. Además, estaba desnudo de la cintura para abajo”, dice Paredes que le contaron otros vecinos. Entre los que visitaron el duende, algunos le pasaban la cámara. No se animaban a entrar, por eso sólo lo vieron en fotos.
EL HÉROE DE LA NOTICIA. Los escépticos argumentarán que el gran ausente de esta historia es el duende. Y no, lo que se echa en falta es el testimonio directo de Ariel Fernández. Luis Paredes dice que en la villa tiene fama de buena persona. “Pero su círculo de amistades lo considera un tanto extraño. Tuvo la desgracia de perder a su abuela. Durante dos meses y medio estuvo durmiendo junto a la tumba de su abuela en ese cementerio”. Allí, en el cementerio de Albardón, encontró al duende.
Ariel tenía doce años cuando perdió a su abuela. Y por su ritual para procesar el duelo recibió un apodo singular: “El loco del cementerio”.
Dicen que la madre de Ariel no se alegró cuando llegó a la casa con el duende. “¡Sacá esa porquería de acá!, ¿no ves que está maldito?”, espetó la mujer, antes de largarse a La Rioja. Ariel y sus hermanos convivieron con la criatura dos semanas. “Sólo comió unos cueros de pollo”, dijeron. Luego le ofrecieron carne, pan y agua. Pero ya no comía ni bebía. Su inapetencia, su malhumor y el revuelo fueron los motivos por los cuales decidió liberarlo. ¿Cómo le llamaban en la intimidad? Bicho.
LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE RODOLFITO. La fotografía de Ariel con su duende enjaulado, tomada por un vecino con un teléfono móvil, fue publicada ayer por El Diario de Cuyo y reproducido en medios de todo el país. Hoy compré los dos diarios que llevaron el tema a portada. “Un duende conmociona a San Juan”, anunció Crónica. “En San Juan tuvieron encerrado en una jaula a un duende”, tituló Diario Popular.
Visité un par de casas de artículos esotéricos en pos de un muñeco como el de la foto. Estaba seguro de haber visto alguno parecido. En Lo místico de Gaia, local de una galería de Palermo, expuse el retrato a la dueña. “¿Lo reconoce?”, consulté. “Cada artesano lo hace diferente. No hay ninguno igual a otro, aunque todos se parecen un poco”, me explicó Constanza Quiroga. Ella no quiso pensar que fuera una falsificación. “El que tiene un duende no puede hacer eso. A ellos les gusta jugar. Y tenés que ponerle un nombre. No hay duende sin nombre.” Entonces, Constanza me presentó a Rodolfito. “Estaba solo. Por eso le conseguí a Josefina”. Rodolfito y Josefina hacen linda pareja. Son los duendes que mejor lucen en la vitrina. “Los seres elementales existen. Te das cuenta cuando no encontrás las llaves, cuando desaparecen cosas debajo de la cama. Tengo una amiga que les deja comida”.
– ¿Qué come un duende?
– Mi amiga, por ejemplo, les deja manzanas y al otro día no están. Una vez les dejó un paquete de cigarrillos, con uno asomado, y un vaso con whisky. Al otro día, el cigarrillo faltaba y el vaso estaba vacío.
Para Constanza, la elección del duende es fundamental. “Hay uno para cada persona. Si alguien está indeciso, le sugiero venir otro día. También hay que ponerle un nombre. En mi local, cada uno tiene el suyo. Aunque el cliente luego se lo cambie”.
-¿Por qué es tan importante? Es sólo un muñeco.
-Es importante porque cada uno tiene su identidad.
Entonces comprendí: si el duende fotografiado en San Juan es un muñeco, las cosas no cambian demasiado para los que viven en el universo de los duendes.
Pero otras cosas sí cambiarán. En los suburbios de la capital sanjuanina nada será igual. Chimbas y Pocito aparecieron primera vez en diarios y noticieros de todo el país. Muchos más conocen sus nombres. La foto del duende, el “loco del cementerio” que cobraba entrada para verlo y tanto extraña a su finada abuela, el rumor sobre el interés de la universidad… Todo eso sabemos ahora de Chimbas y Pocito. Es una lástima tener que esperar la repatriación del bicho para volver a oír hablar de estos pueblos.
Enlaces
La primera noticia, publicada ayer en el Diario de Cuyo.
Alejandro Rial entrevista a Luis Víctor Paredes (Radio Nacional de San Juan).