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Jorge Vago, responsable científico de la misión 'ExoMars'


DANIEL MARTÍN

San Lorenzo del Escorial
20/08/2016 10:55

MEN IN BLACK.- Jorge Vago (Buenos Aires, 1962) es el científico encargado del proyecto ExoMars, la primera misión de la Agencia Espacial Europea (ESA), junto a la agencia espacial Rusa, que aterrizará en Marte. El primero de los dos lanzamientos que constituyen la misión se produjo el pasado mes de marzo y servirá para estudiar mediante un satélite los gases presentes en el Planeta Rojo, además de para ensayar con un módulo el segundo aterrizaje, previsto para 2020, en el que un vehículo rover analizará muestras extraídas bajo la superficie marciana. El ingeniero argentino participó en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense, en San Lorenzo de El Escorial, desde donde respondió a las preguntas de EL MUNDO.

El próximo 19 de octubre se espera que el módulo Schiaparelli aterrice en Marte después de siete meses de viaje espacial, ¿cómo ha sido y cuánto ha durado la preparación de la misión ExoMars hasta este momento?

Ha sido una gestación larga y complicada. El origen científico del concepto detrás de la misión empezó a delinearse en 1997 y el trabajo en serio comenzó en 2001, más o menos. Hemos tenido una serie de avatares y vicisitudes por los cuales hemos cambiado varias veces la delineación de las misiones. El trabajo de esta primera misión comenzó más en serio en el 2010. La idea original era hacer lo que hoy es la segunda misión. La primera surgió de la colaboración que tuvimos con la NASA, que después se quedó ahí. Comenzamos a trabajar en la primera misión relativamente más tarde que en la segunda.

Uno de los principales objetivos de la misión es conocer si hay metano en la atmósfera marciana y si éste tiene un origen geológico o biológico, lo que, en este último caso, podría evidenciar que en Marte hay o ha habido vida. Personalmente, ¿qué le dice su intuición sobre la procedencia de este posible metano?

Hay que ser cautos. El objetivo de la primera misión es, primero de todo, confirmar si hay metano en Marte. Y segundo, tratar de entender cuánto, cuándo y dónde. Una vez que hayamos tratado de comprender eso, a lo mejor podemos tratar de decir algo semiinteligente con respecto al origen, pero no hay que darlo por sentado porque depende mucho de lo que nos encontremos una vez que estemos allí. 

Si encontramos metano en Marte lo que quiere decir es que el proceso de formación probablemente requiera la presencia de agua líquida, pero no estoy seguro de que vayamos a conseguir saber si el origen fue biológico o no. Mi intución me dice que hay que tener mucha paciencia. La manera en la cual vamos a estudiar la presencia de metano en Marte consiste en estudiar si existe en la atmósfera mirando hacia el Sol y eso lo vamos a poder hacer en cada órbita al amanecer y al anochecer. 

Para poder tener una buena cobertura desde el punto de vista estacional y de distribución sobre la superficie, vamos a tener que hacer eso varias miles de veces, lo cual quiere decir que vamos a tener que hacer uno o dos años de observaciones. 

La gente no tiene que pensar que vamos a llegar a Marte y el día siguiente vamos a poder decir algo impresionante.

En caso de que del estudio del metano marciano se dedujera que hay o ha habido vida en Marte, ¿qué puertas se abrirían en cuanto al conocimiento sobre el universo y sobre nosotros mismos?

Yo no creo que se pruebe que hay o hubo vida en Marte con la primera misión. Lo que puede ser es que la primera misión nos dé indicios importantes. La comunidad científica es bastante escéptica, así que el próximo paso es aterrizar, ir y ver las cosas más de cerca. 

Si hay posibles trazas de vida en Marte vamos a querer traerlas a la Tierra para analizarlas más al detalle. Para mí, la pregunta más interesante es: 'Si hubo o hay vida en Marte, ¿es igual a la nuestra o es diferente? Y si es diferente, ¿en qué manera?'. Todo eso requiere un tipo de análisis químico que va a llevar muchos años y muchas misiones poder hacerlo.

¿Cómo cree que afectaría a nivel sociológico un eventual descubrimiento de vida más allá de la Tierra?

Descubrir otro tipo de vida bajaría las barreras y demostraría que, así como se puede dar la vida en nuestro planeta, se puede dar en otros lugares también y que la vida, por ejemplo desde el punto de vista de microorganismos, no es tan rara. Quizás incluso en otras partes del Sistema Solar, como en las grandes lunas de Júpiter y Saturno, que tienen grandes océanos bajo la superficie, puede haber condiciones propicias. Creo que demostraría que no somos tan especiales como pensamos hasta ahora.

Si no me equivoco, la llegada del módulo a Marte está prevista en una fecha, el 19 de octubre, en la que en la zona de aterrizaje habrá una tormenta de polvo...

No. Las tormentas de polvo se dan de promedio una vez cada cinco o siete años. Lo que sí es cierto es que se dan prevalentemente durante el verano sobre el hemisferio sur marciano, que es cuando el planeta se mueve más cerca del Sol y el efecto de la proximidad al Sol es más fuerte sobre la atmósfera. Es la época del año en la que hay más polvo en la atmósfera y es la época cuando es más probable que haya una de estas tormentas globales.

¿Qué aportaría este hecho en cuanto a la investigación y que riesgos entrañaría para el módulo?

Desde el punto de vista de las agencias espaciales que van a Marte, todavía no ha habido ninguna que lo haya hecho con éxito durante esta época del año. Por tanto, desde una visión tecnológica, nos va a dar medidas importantes que nos van a permitir optimizar los sistemas de aterrizaje, como por ejemplo el espesor del escudo térmico.

Esta misión es un trabajo conjunto entre la ESA y la agencia espacial rusa. 
¿Cómo ha sido la cooperación entre ambas organizaciones? ¿Cree que estos trabajos conjuntos podrán materializarse en nuevas misiones en el futuro?

Espero que sí. La primera misión fue mucho más simple en el sentido de cómo nos dividimos el trabajo. En la primera misión los rusos aportaron el cohete y un par de instrumentos. La línea de división entre lo que teníamos que hacer en Europa y lo que tenían que hacer los rusos estaba bien delineada. 

Para la segunda misión es más complicado. Ellos hacen la parte estructural, la de propulsión y el escudo térmico. Europa pone los paracaídas, el ordenador, todo el software de aterrizaje, el radar, los acerelómetros, giróscopos...

Es una pesadilla desde el punto de vista ingenierístico porque cada vez que los rusos cambian algo, nos cambian también lo que tenemos que hacer nosotros y viceversa. Tenemos que estar constantemente hablando los unos con los otros para estar seguros de que ellos no cambian y nosotros tampoco.

Los norteamericanos ya han estado en Marte, ahora lo estarán los europeos y los rusos, y dentro de cuatro años también estarán los chinos. ¿Cree que en el futuro cada agencia espacial irá a la suya en cuanto a la exploración del Planeta Rojo o se verán forzadas a crear alianzas dado los elevados esfuerzos humanos, técnicos y económicos de estas misiones?

Depende de las misiones. Las agencias tienen una especie de competencia saludable en cuanto a las misiones robóticas, que se pueden hacer con presupuestos más o menos contenidos. Ahí cada uno hace la suya con algún tipo de colaboración a nivel de instrumentos. 

Cuando la misión se pone más importante, como puede ser el traer muestras de Marte o de cualquier otro lugar, o incluso colaboraciones como la Estación Espacial Internacional, uno está forzado a colaborar porque los proyectos son muy importantes y ninguna de las agencias tiene fondos como para poder realizarlas individualmente. Es una situación buena en el sentido de que hay colaboración para proyectos importantes y un mirarse los unos a los otros para tener una especie de progreso individual. Funciona bastante bien.

¿Cuándo cree que se realizará la primera misión tripulada al Planeta Rojo?

Se necesitan dos cosas fundamentales. Una es el apoyo político. Si pensamos que para hacer una misión típica robótica, que son relativamente simples, necesitamos alrededor de veinte años, para hacer una misión tripulada a Marte estamos hablando de, por lo menos, cuarenta. 

Toda una serie de gobiernos tienen que poner a su disposición una cantidad importante de fondos por un periodo bastante extenso. En los gobiernos americanos cada uno tiene su idea de lo que quiere hacer y las políticas cambian. Ese convencimiento que hubo para hacer la misiones Apolo, también se necesita para hacer una a Marte. Después hay toda una serie de problemas estructurales técnicos. 

Una vez que nos alejamos de los cinturones de campo magnético alrededor de la Tierra, los astronautas están desprotegidos en lo que tiene que ver con la radiación. A eso hay que encontrarle una solución. Después ellos se tienen que llevar consigo todo lo que van a respirar, beber y comer. Eso son cientos de toneladas de material. 

Para hacer una misión a Marte de unos meses en la superficie va a haber que tener sistemas lanzados antes que permitan sintetizar agua para beber o combustible para el camino de vuelta. 

Todas esas cosas las estamos estudiando hoy, pero todavía no las tenemos lo suficientemente desarrolladas como para utilizarlas en una misión. Yo, hoy por hoy, creo que por los próximos 50 años no va a haber una misión con astronautas a Marte, por lo menos a la superficie. Una que va, da la vuelta y vuelve, quizás sí.

Entrando en un plano más personal, ¿en qué ha consistido exactamente su trabajo como Project Scientist dentro de esta misión?

Eso cambia durante la vida del proyecto. Antes de que se aprobara la misión éramos tres gatos con la idea de hacer una misión que parecía interesante, peleándonos con otros grupos dentro de la agencia que tenían sus propias ideas de las cosas que querían hacer. 

Una vez que la misión se aprobó y se pusieron a disposición presupuestos importantes cambió todo porque en ese momento se formó un grupo de proyecto y pasamos de ser dos o tres personas a cuarenta. Mi trabajo se convirtió en una especie de eslabón entre la comunidad científica y el grupo de ingenieros. 

He tenido que tratar de mediar entre lo que son las realidades técnicas y las características científicas de la misión y buscar buenos compromisos que preserven la capacidad científica de la misión y que sean abordables en cuanto a la realización y su costo.

¿En qué momento de su vida supo que quería dedicarse al mundo de la exploración espacial y qué es lo que siente ahora embarcándose en proyectos como ExoMars?

Para una persona es importante lo que pasa entre los cinco y diez años. Es el momento en que se forman esas ambiciones de niño en las que se quiere ser médico, bombero o maestro. Yo nací en el 62 y durante esta época de formación fueron los aterrizajes de los astronautas en la Luna. A mí se me encendió el anhelo de ser astronauta y eso me ha acompañado a lo largo de la vida. 

Yo crecí en Argentina y ahí astronautas no había, así que hice lo que pude. Traté de arrimar el bochín a cosas de ingeniería y lentamente después a cosas más de ciencia. Tuve la suerte de poder enganchar con estudios y trabajos que me fueron acercando poco a poco hacia el espacio. 

Traté de ser astronauta, pero no me agarraron. Mi mujer dice que porque estaba demasiado loco y en el examen psicológico seguramente me bocharon (bromea). Este trabajo de Marte es muy bonito y me gusta. Estoy muy contento y muy agradecido de tener esta posibilidad.

¿Qué significa Marte para usted?
Para mí Marte es la posibilidad de tratar de entender qué pasó durante la infancia de los planetas terrestres. Cosa que acá no podemos estudiar. Eso es lo que más me interesa.

FUENTE:http://www.elmundo.es/

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