MEN IN BLACK .- La ciudad argentina de San Juan Chimbas se vio en el ojo del huracán hace nueve años, cuando uno de sus habitantes provocó un escándalo al revelarle al mundo que había atrapado a un duende y lo tenía capturado en una jaula para comprobar su historia.
Todo comenzó en 2009 cuando Ariel Fernández, quien se dedicaba a hacer reparaciones eléctricas, caminaba cerca de un cementerio y vio a una pequeña silueta moverse entre las lápidas.
La figura medía sólo 30 centímetros, pero impresionó a Ariel, quien nunca antes había visto nada parecido.
El hombre se ocultó en las sombras hasta que la criatura se acercó.
Entonces, Fernández le aventó una chaqueta encima y lo atrapó.
Según relató Hernández a los medios de prensa de su ciudad:
“Me fijé que entre las lápidas circulaba un ser muy pequeño, de unos 30 a 35 centímetros de altura, que no era parecido a nada que yo hubiera visto antes. Así que me agazapé en la oscuridad, esperé que se acercara y le arrojé mi campera (chaqueta) para atraparlo. Cuando lo capturé lo llevé a mi casa y lo encerré en una jaula”, reveló.
Según relató Hernández a los medios de prensa de su ciudad:
“Me fijé que entre las lápidas circulaba un ser muy pequeño, de unos 30 a 35 centímetros de altura, que no era parecido a nada que yo hubiera visto antes. Así que me agazapé en la oscuridad, esperé que se acercara y le arrojé mi campera (chaqueta) para atraparlo. Cuando lo capturé lo llevé a mi casa y lo encerré en una jaula”, reveló.
Rápidamente, el argentino trasladó a su presa hasta su casa, donde la enjauló de inmediato para evitar que huyera.
Luego de examinarla con más cuidado, Fernández se dio cuenta de que su captura era un auténtico duende.
Esta criatura no parecía muy feliz con su nuevo hogar y emitía chillidos horripilantes que asustaban a todos en el vecindario e inquietaban a los perros.
Ariel pensó que su descubrimiento podría sacarlo de la pobreza y de inmediato hizo público su hallazgo para hacer un poco de fama y de paso, cobrar a los curiosos que quisieran una foto con el duende.
La imagen de Fernández al posar con el pequeño monstruo enjaulado se viralizó y llegó hasta un programa de radio argentino que le hizo una entrevista al propietario del codiciado objeto.
La popularidad del duende tomó por sorpresa a todos, incluido a Ariel.
Pronto comenzaron a amontonarse afuera de la casa del electricista argentino cientos de personas que buscaban ver a su famoso prisionero.
Algunos testigos afirman que el duende era real y se movía agitado dentro de su jaula, mientras que otros afirmaron que sólo se trataba de un muñeco bastante grotesco y decían que Fernández tenía problemas mentales.
La situación comenzó a crecer en proporciones gigantescas e incluso la policía dio una advertencia al argentino debido a la cantidad de gente que se amontonaba en la calle para ver al duende.
También los especialistas en lo paranormal estaban alarmados, pues le dijeron al electricista que retener a una criatura mágica en contra de su voluntad le traería mala suerte.
Incluso el resto de la familia Fernández veía con malos ojos al nuevo inquilino.
La hermana de Ariel no soportó la presencia mágica en la casa y decidió marcharse a vivir con una amiga.
La hermana de Ariel no soportó la presencia mágica en la casa y decidió marcharse a vivir con una amiga.
Cada vez mayor presión, era obvio que el electricista tenía que tomar una decisión.
Por si fuera poco, el duende comenzó a decaer y según su descubridor, tenía los ojos rojos todo el tiempo y parecía molesto.
Durante dos semanas, Fernández intentó alimentar a su particular mascota con carne, pan y agua, pero sólo logro que se alimentara de unos cuantos pellejos de pollo.
“No hablaba una palabra, sólo soltaba esos chillidos espeluznantes. Cuando comencé a alimentarlo no aceptaba pan ni verduras, sólo agua y pellejos de pollo”.
“No hablaba una palabra, sólo soltaba esos chillidos espeluznantes. Cuando comencé a alimentarlo no aceptaba pan ni verduras, sólo agua y pellejos de pollo”.
Decepcionados por la noticia, los curiosos comenzaron a dispersarse y en pocos días, también despareció el interés de los medios por aquel extraño caso. De un día para otro, la vida del electricista regresó a la normalidad.
Se arrepintió de haber dejado ir a la criatura.
Poco después de haber soltado a su mascota, a Fernández le ofrecieron 13 mil pesos argentinos (poco más de 11 mil pesos mexicanos) por comprar al duende.
Desesperado, el electricista recorrió una y otra vez la zona donde lo había encontrado por primera vez, pero el duende se había esfumado para siempre, junto a las promesas de fama y fortuna.
Después de conocer la historia de Ariel, ¿tú le crees?
Con información de Ojo de la Verdad, Guioteca y Diario de Cuyo
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